Con motivo del período de celebración de los 160 años de la Sociedad de San Vicente de Paul en Chile, que conmemoraremos entre el 30 de abril de 2014 y la misma fecha del 2015, se han elegido tres palabras clave de la espiritualidad vicentina, que sostienen a las Conferencias y obras de la SSVP Chile:
Queremos tener presentes estos valores en toda nuestra comunicación e imagen gráfica para animarnos a vivir diariamente el carisma que nos ha propuesto nuestro fundador, Federico Ozanam.
Amistad
Para Federico Ozanam la amistad es algo sagrado. Madaleine das Rivieres afirma en su texto “Ozanam, Un Sabio Entre los Pobres” (1997), que “la amistad es para él sinónimo de intercambio, de consuelo”. El principio de las Conferencias de Caridad se apoya precisamente en el tema de la amistad, que es para él tan fundamental.
Ozanam plantea que el servicio a los más necesitados, el amor a Dios y la construcción del Reino no pueden realizarse en solitario. Su sueño de crear una gran asociación de jóvenes católicos para servir a los más pobres se sustenta sobre la amistad.
Para él la amistad, la caridad y el servicio son experiencias humanas completamente vinculadas y no es posible vivirlas separadamente: «el lazo más fuerte, el principio de la amistad verdadera, es la caridad y la caridad no puede existir en el corazón de muchos sin salir al exterior y el sustento de esta amistad son las buenas obras» (citado por Madaleine das Rivieres).
Lo plantea directamente: «Hay conferencias de derecho, de medicina, de literatura, ¿por qué no una de caridad? La caridad es el lazo por excelencia para cimentar la amistad”.
Esta amistad es sinónimo de apertura a los demás. Así lo constata cuando al poco tiempo de iniciada la primera Conferencia, se da la oportunidad de incluir a un nuevo miembro. A los argumentos de varios, que consideran que un nuevo participante rompería de algún modo la armonía de su conferencia, Ozanam responde con claridad: «¿No somos unos egoístas? No sabéis en cuánto estimo la amistad. A mí también me complacería mantener esta intimidad, este espíritu de equipo, este pequeño círculo restringido donde nos encontramos tan bien juntos; pero si el fin de nuestra sociedad es acoger a cuantos jóvenes quieran vivir su fe de un modo práctico acercándose a los pobres, no sólo debemos abrir la puerta de par en par, sino reclutar nuevos miembros…»
Federico Ozanam nos enseña que la amistad es el medio por que encontramos espacio para crecer, compartir nuestra fe, hacernos más fuertes y renovar nuestro compromiso de servicio, poniendo siempre la mirada en quienes más necesitan nuestra ayuda.
Caridad
Para Ozanam la caridad es convertir el amor en obras. Unir la acción a la palabra, y afirmar con obras la vitalidad de la fe.
La caridad no es algo que se vive internamente, sino que un asunto muy práctico. Por eso dice “es verdad, dejémonos de discursos bonitos. No hablemos tanto de caridad. Hagámosla”.
Pero la caridad no es cualquier obra de amor llevada a la práctica. Ozanam nos recuerda que ella tiene varias exigencias: discreción, delicadeza, humildad, respeto de la dignidad de la persona, exclusión de todo proselitismo y visita a los domicilios de los pobres. Es éste el estilo con el que él nos invita a desarrollar nuestra misión.
Ozanam soñó en grande y se propuso “abrazar al mundo en una red de caridad”. Hoy nosotros somos parte de ese sueño y estamos invitados a llevar el amor de Dios a todos los lugares donde estamos y servimos, con la impronta que nuestro fundador nos propone.
Evangelización
Ozanam nos recuerda que nuestro servicio no se sustenta solo en la realización de buenas obras. “El fin de la Sociedad es sobre todo fomentar y propagar en los jóvenes el espíritu cristiano. La unión de intenciones y plegarias es indispensable y la visita a los pobres debe ser el medio y no el fin de nuestra Asociación”, afirma durante la Asamblea General de 1838.
Para él, la caridad y el servicio son la expresión concreta del amor del Señor que debemos expandir en toda la tierra. Es por esto que repite constantemente que no da lo mismo la manera en que servimos: “Creemos en dos tipos de asistencia: una, la que humilla a los asistidos, y otra, que les honra…. La asistencia humilla cuando atiende al hombre en sus necesidades terrestres únicamente, cuando no le preocupa más que de los sufrimientos de la carne, el grito del hambre y el frío, lo que da lástima, lo que se asiste hasta en los animales…. Pero la asistencia honra cuando toma al hombre en su parte superior, se ocupa, en primer lugar, del alma, de su educación religiosa, moral y política, de todo lo que le libra de sus pasiones y de una parte de sus necesidades, de todo lo que le hace libre, lo que le puede hacer grande. La asistencia honra cuando une al pan que alimenta, la visita que consuela, el consejo que ilumina, el estrechamiento de manos que levanta el ánimo abatido. Cuando trata al pobre con respeto y no solo como a un igual, sino como a un superior, como a un enviado de Dios para probar nuestra justicia y nuestra caridad. Entonces la asistencia se hace honrosa, puesto que puede convertirse en algo mutuo, porque todo hombre que hoy da una palabra, un parecer, un consuelo, puede tener necesidad de eso mismo mañana” (Palabras de Ozanam en 1848, citadas por el p. Ramón Ricciardi en documento de la colección “Honor de Dios”).
Vivamos nuestro servicio en este espíritu evangelizador. Seamos para quienes servimos un reflejo del amor del Señor, quien que nos mueve a servir. Dejemos también que Cristo nos hable a través de las personas que encontraos en nuestra misión diaria.